Los barrios de la periferia también necesitan respirar aire limpio

Los barrios de la periferia también necesitan respirar aire limpio

Madrid no es una ciudad para la gente sino para los coches. Década tras década el trazado urbano madrileño ha ido creciendo sin parar de forma irracional, sin una reflexión en cuanto al diseño de la movilidad, en cuanto a cómo es la mejor manera para que la gente se tiene que mover por la ciudad a casa, al trabajo o a los lugares de ocio. Lo único que se ha hecho es aumentar carriles y hacer túneles para llenar nuestra ciudad de más y más coches, sin tener en cuenta los límites necesarios para una movilidad sostenible, una movilidad sensata y saludable. En consecuencia vivimos dentro de una gruesa masa de contaminación atmosférica, además de la acústica, que deteriora nuestra calidad de vida y nuestra salud, provocándonos alergias, asma y también cáncer y por tanto la muerte.

Si no fuera por lo grave que es, resultaría irrisorio que se han hayan vendido a bombo y platillo las escasas medidas que se han tomado al respecto por el actual Gobierno del Ayuntamiento. Así, estas políticas se han centrado exclusivamente en el Centro de la ciudad, además de una forma tímida y casi pidiendo perdón a los cochófilos. Al fin y al cabo es la zona donde vienen los turistas y parece que lo único que importa es dar buena imagen de cara al exterior; han dejado tan limpio el Centro, que hasta han “limpiado” sus calles de manteros. En cambio, la gente de los barrios de la periferia ha quedado fuera de estas políticas medioambientales y de movilidad sostenible. Por poner algunos ejemplos de promesas incumplidas por la actual corporación se encuentran la reconversión en vía urbana del Paseo de Extremadura, que se ha quedado sin partida presupuestaria para la inclusión de pasos peatonales y para modificar el trazado de carriles y aceras, y la remodelación del Paseo de Santa María de la Cabeza, que ha caído directamente en el olvido. El dinero de las inversiones para estas obras ha ido a ser despilfarrado en la remodelación de la Plaza de España, primándose el “quedar bonito” del Centro frente a las necesidades urgentes de los barrios de la periferia.

Estas remodelaciones urbanísticas de las arterias de Madrid deben ir acompañadas de forma indispensable de un fuerte impulso del transporte público (autobús, metro y cercanías), por lo que es necesario hacer batalla pública con otras administraciones para demostrar a la gente que se está luchando por ello; de lo contrario, como ocurre actualmente, se quedan en simples dimes y diretes entre políticos. En lo que compete al Ayuntamiento de Madrid la apuesta por aumentar el espacio viario de los autobuses en detrimento de los coches es indispensable. No tiene lógica que se le pida a la ciudadanía, esa gente que se levanta temprano para ir al trabajo y sale muy tarde de trabajar para volver a casa, a que renuncie a tiempo personal para coger el transporte público en lugar del coche en beneficio de la salud pública, cuando al mismo tiempo no se le pone facilidades para una movilidad sostenible. Si se conforma un buen diseño de carriles para autobús por toda la ciudad de Madrid, la gente de los barrios tardará más o menos lo mismo en sus desplazamientos en autobús que lo que tarda actualmente en su coche.

Junto a los carriles-bus el espacio de los coches debe ser reducido en favor de las bicicletas. El modelo actual de carriles-bici está orientado al ocio, esto es, a dar un paseo en bicicleta para hacer ejercicio en el tiempo libre; por eso estos viales para bicicletas están localizados en medio de parques, quitando a su vez espacio a los peatones. Por desgracia las demandas de colectivos ciclistas han sido rechazadas taxativamente por la actual corporación con el contudente argumento de que este asunto “le resbala”. Este modelo debe ser reformulado, con un trazado de carriles-bici ubicado en las calzadas en lugar de en las aceras y que conecte el centro con la periferia de forma radial, puesto que el objetivo es comunicar lugares dentro de la ciudad: la bicicleta debe convertirse en un sistema de transporte. Además, para facilitar este medio la red de alquiler público de bicicletas, Bicimad, debe extenderse a los distritos de la periferia como tantas veces se ha prometido; pero de nuevo nos encontramos ante otra promesa incumplida por falta de voluntad política.

Por último, la calidad del aire de los barrios de la periferia, concretamente en el sudeste de Madrid, es dañada gravemente por la incineradora de basuras de Valdemingómez. A pesar de que en opinión del Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento las emisiones de este vertedero son saludables, las vecinas y vecinos de las inmediaciones que padecen enfermedades a causa de su contaminación consideran por su propia experiencia que son claramente perjudiciales. Apostamos por las demandas de organizaciones vecinales y ecologistas a favor del cierre de esta planta incineradora y la remodelación del resto del vertedero para que los malos olores no lleguen a las viviendas del Ensanche de Vallecas.

En definitiva, convertir Madrid en una ciudad con una movilidad sostenible, que asegure la salud de la gente de toda la ciudad y combata a pequeña escala el cambio climático, es una cuestión de voluntad política, es simple y llanamente ser ecologista.

2019-01-23T12:28:02+00:0023/01/2019|Barrios|